martes, 22 de abril de 2014



Sacúdeme.
Abrázame, otra vez.
Bésame, no importa.

Si me besas, abrázame, y si me abrazas,  bésame.

Sacúdeme lento.
Cúbreme en tus brazos que han sido tantas veces un hogar para mí.
Dime de la manera más cursi y haz que me sonroje toda.
Aprieta muy fuerte mis manos y luego ríete cerca de mí.
Háblame al oído y toca mi cuello.
Cuando te abrace, aplástame y no me dejes ir.
 Sacude mi cabello con tus dedos

 Recorre todo mi ser con tus labios,

Y no te vayas nunca, por favor.

 Y sacúdeme, así, como lo haces. 
Espero, ansiosa que me visiten tus besos. También la llegada de tus mordidas espero exasperada. Voy a hospedar tus brazos. Mientras espero y espero, añoro también tu espalda, tus manos, tu boca, tu aroma. Voy a recibirte con muchos suspiros guardados de todo el tiempo que esperé. Van a recibirte también mis brazos, mis manos, mis labios, mi boca. Quieren hacerte un espacio entre toda esta conmoción y llenarte de todo tipo de atenciones. No sé cuanto tiempo vas a estar. No sé cuando nos vamos a despedir, sólo déjame disfrutarte lo suficiente estos 3 segundos que le robamos al tiempo para amar, y después, si podemos, volveremos a ir corriendo ahí, donde podemos querernos. 
Hay noches en las que Debany de ayer aconseja a Debany de hoy. Otros días, esta Debany de ahora consuela a aquella Debany que ayer fue. Ahora Debany hace trizas otras Debanys pasadas, y al mismo tiempo, también. Debany se levanta. 


Qué triste ser ese género humano de los que solo están repletos de vileza, abyección, maldad, y que siempre están entregados al cien por cientos a sus mezquinidades y falsedades.